Te negaste tan siquiera a pronunciar su nombre. Ibas a evitar problemas a toda costa. Sí, te diste por vencida, pero no eras gilipollas. No ibas a permitir riesgos innecesarios, claro que no.
¿Quién no ha confundido realidad y ficción? ¿Quién no ha confundido sentimientos con pensamientos? La única manera de no volverse loco en este mundo tan descalabrado e irónico es estando loco desde el principio.
Con ansias de aprender, con ansias de vivir, de saber, de experimentar. Jamás perderé la confianza en mí misma, es algo que prometí hace mucho tiempo. Jamás dejaré de volar y de soñar, de dejarme llevar por el sol del verano hacia los más lejanos lugares en los que la luna se esconde entre las rocas. Sé que la mayor fuerza que tiene una persona es la de su sonrisa.
¿Y qué tenía pensado hacer?
ResponderEliminarOlvidar, claro.
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