martes, 29 de diciembre de 2009

Y entonces llegó él.

Y entonces llegó él. Tan perfecto, tan callado. Y así, silenciosamente, me fue haciendo suya. Sin que yo pudiese hacer nada por evitarlo. Cual embrujo, cual pócima de amor. Y mi corazón fue marchitándose ante la sonrisa de mi Romeo, con la esperanza de, algún día, rozar sus labios con los míos.

martes, 1 de diciembre de 2009

Tormenta

Tormenta. El nombre de ese perro era Tormenta. Ahora lo recuerdo...
Era un perro extraño, tenia un brillo en sus ojos que te hacia pensar en todo lo malo de este mundo.Era una mezcla entre el odio y la tristeza de la sociedad en que vivimos.El odio que sentimos hacia algunas personas, y la tristeza que tenemos cuando las que queremos nos hacen daño.
Tormenta. Se llamaba así porque cuando hacia tormenta, salía, se sentaba en su piedra, aquella piedra negra que había debajo del viejo roble, y ya no entraba a la casa hasta que había caído la ultima gota de lluvia. Miraba al cielo, como pasaban las nubes, los rayos sin temer que alguno fuera a caerle encima. Yo creo que incluso lo esperaba.
Era un perro tremendamente inteligente, saltaba a la vista. Cuando te sentabas a su lado, y le contabas tus problemas, te miraba, y tu sabías que él te entendía. Luego, simplemente, cuando habías terminado, se marchaba. Pero realmente hacia que te sintieras mejor.
Tormenta...

Como el día de hoy, que hay tormenta. En estos días, me gusta pensar en Tormenta. El perro que te causaba temor, tristeza, y alegría a la vez.