miércoles, 11 de agosto de 2010

La h no es muda, sólo es que no quiere hablar.

Como las olas haciéndole el amor a la arena. Debo sujetarme, el aire es muy fuerte y quiere llevarme con él. Debo permanecer con los pies en la tierra, en la arena. La arena del desierto, que me me congela los pies. He tocado tu calor y ahora la arena quemada por el sol es demasiado fría.

No puedo dejar de vivir. No quiero dejar de vivir. Y juro que, mientras no muera, viviré hasta el límite.

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