Con el aliento en sus caderas, sonrío. Su calor penetra por mis dedos uniéndose a mi sangre, cada vez más alterada. Llevo tanto esperando ese momento que nada más importa. Desearía arrancarle la camiseta, pero ya no lleva ninguna. Y le beso, por que mañana sé que lo echaré de menos.
Después me mira a los ojos, y pruebo a vivir dentro, y me quedaría allí de por vida. Pero no puedo, y le abrazo aún más fuerte porque no quiero dejarle marchar.
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