El viento revuelve mi pelo, trayéndome respuestas cómo si de una canción de Bob Dylan se tratase. Mientras tanto, veo tus ojos por el espejo retrovisor del coche. En cuanto bajemos, te voy a atraer hacia mí cogiéndote de la correa del cinturón. Vas a saber lo que es bueno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Dylan, un auténtico Dios. Bonitos Posts!
ResponderEliminarPor cierto, enhorabuena por el premio que tienes en mi blog para ti.
ResponderEliminar