martes, 23 de marzo de 2010

Asfixia.

Me siento tan rara... Esto me pilla muy de lejos. Había olvidado lo que es luchar cada día contra el hecho de estar enamorada.

Me levanto por la mañana y me asomo a la ventana. Veo el cielo oscuro otra vez, volverá a llover. Y cierro los ojos, y el fuerte aire me revuelve el pelo. Y me veo bajando del autobús en la última estación, buscándote con la mirada entre cabezas y maletas. Y allí estás, y corro, y me olvido la maleta, y te abrazo, y me besas, y recuerdo mi maleta, y vuelvo a por ella, y cuando me doy la vuelta estás detrás para besarme otra vez. Y abro los ojos. Y yo no me he movido ni un palmo de la ventana, y el viento no ha dejado de soplar.

Y tengo miedo, porque mis instintos me superan, apenas consigo controlarlos un poquito.

Salgo a la calle y el sol me hiela. Noto como si no fuese yo, sino una extraña que se divierte revolviendo mis entrañas, arrancando a su antojo los secretos más profundos de mi ser.



Y me siento estúpida cuando no puedo decirte que te quiero. Y la confusión se apodera de mi rostro en la soledad, e intento gritar, pero nadie me oye. Y noto cómo poco a poco, me asfixio con mi propio aire.

Y él llegó...

Y me besó...

Y me salvó...

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