Correr cómo si se nos fuera la vida en ello. Lo más rápido que podamos, hasta que nos duelan las piernas. Reír y parar sólo cuando parezca que nuestras costillas van a estallar de un momento a otro. Quedarnos en silencio tumbados en el césped, mirando al cielo, sin tener necesidad de decir nada más que lo que nuestras miradas dicen por sí solas.
Hundirnos en el mar, y hacer una película de amor al compás de las corrientes del agua mientras mi pelo sigue su propia trayectoria. Coger dos de esas bicis antiguas, como las que tienen todos en Amsterdam, y andar por los mágicos caminos del verano.
Hacer castillos en la arena y ver cómo poco a poco las torres se destruyen con el viento. Aprender a volar, sí. Te prometo que voy a conseguirlo.
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Una bonita promesa.
ResponderEliminarEspero que consigas cumplirla.
Feliz jueves.
esas clases de promesas son irrompibles
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