lunes, 3 de mayo de 2010

Rutina.

Suena el despertador. Son las 11:09 de la mañana. No le gusta que suene a las horas de siempre, en punto, y media, y cuarto o menos cuarto. Le gustan las horas irregulares.



Se queda 8 minutos más en la cama, recordando el día anterior e imaginando el que tocará hoy. Y se dedica un momento de placer a sí misma. Se levanta y se prepara un café con leche. Mientras se calienta, pone algo de música. Abre las ventanas de par en par y va a buscar su café. Tras el primer sorbo, enciende un cigarro y saca medio cuerpo por la ventana, observando a las personas que pasan por la calle, inventándolas una vida. Siempre es lo mismo, pero no lo cambiaría por nada.

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