Ya no hay nada tras mi piel
Tan sólo pedazos.
Alcohol, reír y, de repente, llorar.
Más alcohol. Hasta que no recuerde nada. Hasta que mis locuras de estado sobrio comiencen a tomar forma.
¿Qué dices? ¿Cobardía? Probablemente.
¿Miedo? Seguro.
Ya no oigo nada... Sólo siento. Bailo.
Y mi cabeza me susurra tu nombre...
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