lunes, 18 de enero de 2010

Yo, con millones de preguntas en la cabeza, y solo un puñado con respuesta.

Cuento horas, minutos y segundos. Cuento días. Cuento metros, kilómetros. Cuento caricias, bailes, miradas. Cuento abrazos, pero sobre todo, te cuento a ti.
Porque tú y sólo tú eres el que tiene el poder de que el tiempo y el mundo se detengan. Porque tienes la capacidad de hacer parar mi organismo con una mirada. Eres capaz de parar el resto del mundo y de que quedemos sólo tú y yo.

El amor tiene muchas dificultades, impedimentos. Pero no hay uno sólo que sea imposible de traspasar. Y es por eso que todo merece al menos un intento, una oportunidad.

Y es que miro el calendario en busca del día en que vuelva a ese lugar. En busca del día en que vuelva a casa y tú estés allí, esperándome en la estación. Solo a mí. Solo tu y yo. Sin nada ni nadie alrededor.

Espero con impaciencia el momento en que me digas que me quieres, que me mires y me beses. Espero con esperanza a que el momento en el que todas nuestras tonterías se hagan realidad se dé algún día.


El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen.
William Shakespeare

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