Te dije que por las noches lloraba.
Te dije que ya no soñaba, que me atormentaba.
Te dije que pisaba cristales, que a mi corazón le clavaban puñales.
Te dije que sangraba sin parar de esa herida que tarda en cerrar.
Te miré y te lo dije, pero tu no mirabas.
Te dije que me despertaba sobresaltada.
Que había olvidado cómo sonreir.
Te dije que estaba enamorada.
Te miré y te lo dije, pero tu ya no estabas.
Y ahora, sola, tengo que subir. Coger el arnés y las cuerdas e ir de escalada.
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