Me cerré en banda. Eché los pestillos de la puerta, me di la vuelta, y me escondí. No quería saber nada más de lo que pasaba a mi alrededor. Estaba tan enfrascada en mis propios pensamientos, en mis propios sentimientos, que no tenía capacidad para más.
Dejé de comer, de dormir y, poco a poco, de reír. Pensando cada vez más en que hostias estaba haciendo con mi vida. Me empeñaba en apartar a todos de mi lado. A todos menos a ti. Cada vez con más esfuerzo. Sin embargo, no lo conseguía...
Gracias. Si, a ti, enano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario