martes, 29 de diciembre de 2009

Y entonces llegó él.

Y entonces llegó él. Tan perfecto, tan callado. Y así, silenciosamente, me fue haciendo suya. Sin que yo pudiese hacer nada por evitarlo. Cual embrujo, cual pócima de amor. Y mi corazón fue marchitándose ante la sonrisa de mi Romeo, con la esperanza de, algún día, rozar sus labios con los míos.

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