Como cuando nieva y el frío se cuela por los pequeños espacios que separan la ropa de su cuerpo. Y viene el aire y ondea su pelo y su bufanda, y con la nariz congelada entra en el bar mientras se quita los guantes y recoge el café que acaba de pedir con las dos manos, esperando que el calor pase rápido entre los dos cuerpos físicos. El frío atrae la sensación de libertad.
Al fin y al cabo, no es más que eso.
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