Sentada en la terraza trataba de leer su nueva novela sin éxito. Y es que Daphne no puede dejar de pensar en sus labios, en su pelo, en sus manos, sus ojos y en ese hoyuelo de su espalda que tanto le gusta. Sí. Echa de menos su hoyuelo.
Y quiere sentir un suspiro en su boca, un pequeño paro en su aliento, acompañada de suaves caricias y mordiscos. Quiere sentir su esencia en las caderas, pero tan solo cree escuchar su respiración en el viento del este.
Juguemos al amor.
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