jueves, 24 de junio de 2010

San Juan.

Llegó la hora. La hoguera se prendió y mi alma se alejó de mi cuerpo. Ya no era yo, sólo era instinto, puro y auténtico instinto bailando alrededor del fuego, tratando de invocar algo de buena suerte para el próximo año. Pidiendo con gritos ahogados un olvido, un amor o una muerte.

Al son de los tambores aullan los lobos, invocando las tormentas que pronto llegarán cargadas de agua para mí. Y me dejaré empapar, hasta que el agua cubra mi cabeza y se lleve, junto con el fuego de la hoguera, todos mis malos recuerdos del año dejado atrás.

Y así, con el cambio de luna, se marcharán para no volver jamás.

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