miércoles, 7 de abril de 2010

Helador.

Veo el sol desde mi ventana, que me ciega y me hiela. Tanto que duele. El calor de mi cuerpo se marchó anoche contigo, cuando comprendí. Y ahora no puedo salir de mi habitación si no quiero congelarme y deshacerme después. Deshacerme cómo papel en el agua, cómo plástico al fuego. Cierro los ojos y me echo en la cama, acurrucada entre las mantas para entrar en calor. Pero no funciona, tengo más frío que nunca. Poco a poco dejo de moverme, de pensar, de respirar...

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