Doblo la esquina, tratando de despistarla. Sigo corriendo lo más rápido que puedo, pero no sé cuánto más aguantaré. Miro atrás, allí está. Viene detrás, tranquila, sabe que tarde o temprano me cansaré de huir. Pero, ¿qué ocurre? ¡joder! ¡Por más que corro no le saco ventaja! No aguanto más. Tengo que parar. Me alcanzará, pero me duelen las piernas.
Paro, y entonces, cómo si ya nada mereciese la pena, me hundo en lo más oscuro de la soledad, que me alcanzó fácilmente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario